lunes, 11 de diciembre de 2017

Una filosofía que vale la pena compartir


Aclaración: esta nota se escribió en 28 de noviembre de 2016 para un trabajo de la facultad

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Gustavo Aoki, reconocido dentro de su comunidad en Buenos Aires de segunda generación de argentinos descendientes de japoneses, tiene su propio negocio donde practica las tradiciones y costumbres que más le gusta del país del sol naciente. El mismo se divide en cuarto: restaurante, templo budista, consultorio de medicina oriental y recinto de ceremonia del té. Empezó su negocio hace 11 años y lo describe como el lugar en donde hace las cosas que más le gustan. Se encuentra escondido dentro de la selva de concreto de microcentro. Para entrar hay que subir unas escaleras, un poco empinadas, casi similares a las de los templos budistas pero sin antes tener el permiso de los Leones de Buda para pasar. Ya adentro se puede apreciar con los ojos incontables adornos; con la nariz, una mezcla de ramen y pescado; mientras que por el cuerpo corre una sensación de paz y tranquilidad. Finalmente aparece la persona de donde emerge esa energía, Gustavo, con su voz en modo zen, empezó hablar de sus inicios, la medicina oriental y la ceremonia del té.  

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¿Cómo fueron tus estudios en Japón?
Yo estudié 6 años en Kyoto. Volví a Argentina en el 1993, estuve 7 años acá, me fui 3 años de nuevo, y volví de en el 2002. Japón es ideal para aprender, la gente enseña muy bien y sabe muy bien. Hay mucha gente que enseña y uno puede elegir. Es donde se mantiene la cultura, muchas tradiciones. Para mi, Japón es el país más occidental en las formas y el más oriental en el espíritu.


¿Qué relación tuviste con tus maestros?
Tuve la suerte de tener muy buenos maestros en Japón. Eso hizo que la ceremonia del té no es algo que me obligaron a aprender sino que es algo que mis maestros vivían. Se compraban kimonos que valían 10.000 dólares pero tenían un auto valía 500 dólares. Verdaderamente disfrutan y la vida de ellos es la ceremonia del té.


La medicina oriental puede parecer misteriosa, extraña o simplemente alternativa para quien no esté familiarizado con ella. Sin embargo, tiene una larga trayectoria, más de dos mil años de tratamientos para mantener el flujo del chi equilibrado. El chi regula nuestro equilibrio espiritual, mental, emocional y físico; y es afectado por el yin y el yang. Mientras Gustavo media los pulsos de mis muñecas y pies, me contaba lo esencial de la medicina tradicional china.  


¿Qué diferencia hay con la occidental?
El problema de la medicina occidental es que trata los síntomas y no la enfermedad en sí, el origen. La medicina china busca el balance del cuerpo; cuando se descalibra una parte se descalibra otra y así sucesivamente, y si usted deja ese problema, es como si fuera un problema de motor hace que se le ensucie el carburador, y así sucesivamente todo. Hay que empezar a entender cómo funciona su cuerpo. Es muy importante no hacer solamente lo que le dicen sino también entender cómo está funcionando su cuerpo y porque le pasan las cosas que le pasan; entender cómo funciona su mente y su cuerpo para poder manejarlo.


Entonces, ¿Cómo evalúa la medicina oriental?
Durante mucho tiempo la medicina china se utilizaba los pulsos chinos para hacer diagnósticos; que consistía sacar el pulso en las muñecas, los pies y el cuello y, con eso podían saber cómo estaba fluyendo la energía dentro del cuerpo. Hay diferentes meridianos que circulan por su cuerpo, los meridianos vendrían a ser el cableado dentro de su cuerpo y, hay un lado derecho y otro izquierdo para balancear ese cableado. Toda parte corporal se relaciona con una parte emocional. Por ejemplo, el riñón significa energía, el hígado está ligado con la ira, el corazón con las preocupaciones y, el abdomen con el nerviosismo. Un ejemplo que yo percibí mientras estudiaba, una persona con apendicitis, que en realidad fue a la consulta por otra cosa pero justo en ese momento le comenzó a doler el apéndice y el médico le colocó una aguja en el pie izquierdo y con eso le saco el apendicitis. Porque ese nervio está relacionado directamente con el apéndice. Entonces los chinos descubrieron hace 3000 años que botón o que punto activa el otro. Hay muchas veces que uno tiene apendicitis y sí lo tocan ahí lo matan porque ya le duele de por sí; entonces lo que se hizo fue buscar controles remotos, botones y con eso lograron sanar el punto o arregla ese punto.


¿Cómo es la conexión de los puntos?
Como dije los riñones están relacionados con la energía por eso una persona que no le funciona el riñón no tiene energía. Pero un exceso de energía también provoca desbalance. Cuando tiene mucha energía no se puede concentrar y eso es porque uno siempre está atento a lo que está alrededor, hay que que despreocuparse un poco más y eso va hacer que se calme y el riñón también va a bajar. El hígado y el riñón siempre funcionan de a pares. Cuando está muy excitada la parte del riñón y del hígado cuesta dormir o no se duerme bien. Y cuando uno no puede dormir se vuelve iracundo, al no descansar bien uno quizás al estar tan cansada trae que uno no esté relajada, no relajado surge enseguida la ira. El estómago tiene que ver con la parte nerviosa por eso las persona nerviosas termina con úlcera. Tiene relación con la parte nerviosa, con la boca y con los huesos, y puede ser que le traiga dolores en el cuello o que al estar excitado uno coma de más o de menos, y ambos son malos. Hay que darle horarios al estómago porque sino usted tiene hambre y come un montón, entonces le cae la comida de repente y queda sin poder funcionar porque le tiran demasiado de una vez, lo que se recomienda es tomar medio litro de agua natural antes de comer y así relaja el estómago, lo está preparando. Y después un té caliente para la digestión. Para bajar el estrés uno come y se tranquiliza porque todo se junta en el estómago; y no se tranquilizó verdaderamente sino que lo ocupo con otra cosa.


¿La medicina oriental ha tenido adaptaciones tecnológicas?
Hace 50-60 años, en Japón, se dieron cuenta que las pulsaciones chinas tenían relación directa con el flujo electromagnético dentro del cuerpo. Entonces se desarrolló un aparato que las puede leer; porque no todos tenemos la misma sensibilidad para percibir el pulso chino. Esto lo que hace es mandar pequeñas pulsaciones para ver cómo está circulando su energía, con eso ve el retorno y si tiene alguna parte que está energéticamente trabada, esto lo marca.  Lo que sí se hizo, hace muy poquito, fue una base de datos: se tomó los mejores diez especialistas en Japón para que hicieran diagnósticos y con más o menos un millón de datos que se obtuvieron durante casi 3 años se hizo una base de datos. Entonces, con el aparato se captó el flujo y mandando esa información a Japón, a la central de datos y, ya en base con todos los datos que hay y todos los diagnósticos que se hicieron, le hacen un diagnóstico a usted. Ahora tenemos algo único que es el internet, antes había que mandar por correo postal y la respuesta llegaba después de varios meses.


La medicina oriental trata de ver el dolor en su contexto ya que es un desequilibrio general del cuerpo. Es una dimensión mayor, es parte de un ser vivo. No tratan enfermedades sino al cuerpo en su conjunto observando los ciclos de la naturaleza.


En sus comienzos el té no era más que una bebida medicinal pero con el tiempo pasó a ser un placer y un arte. Para un Maestro del té, el arte es una fuerza vital y eficaz que sólo es posible mediante una verdadera comprensión entre él y los hombres. Por eso deben tener conocimientos de los kimonos, la caligrafía, el arreglo floral y la cerámica a parte de la producción y de los tipos de tés.   


¿Por qué decidiste practicar la ceremonia de té en Argentina?
Estando con mis maestros, me di cuenta que es una filosofía que valía la pena compartir. Por eso lo practico acá, es más un hobby mío que algo comercial. Pero también tuve la suerte de tener muchas relación con practicantes de la ceremonia del té porque soy monje budista. Yo no traje la ceremonia del té, ya estaba. Hay un grupo de práctica de una escuela que se llama Urasenke desde hace 50 años. Pero el problema es que es un grupo cerrado, lo único que tenían abierto eran las prácticas en el centro cultural de la Embajada. Se podía ver la ceremonia del té pero no se invitaba a la gente a participar. El té es muy costoso y si no sabe nada tampoco va a entender, entonces se le invitaba solamente a mirar mientras practicaban. Pero yo soy de aquellos que dice que si uno no toma el té no tiene mucho sentido ver la ceremonia, por eso traté de crear un ambiente para hacer la ceremonia del té. Me parece sorprendente que de algo tan simple hay tantas cosas incorporadas nada más que, como decía mi maestra, sólo un maestro puede ver lo que hace otro maestro. Para poder disfrutar de ese momento hay que ser maestro de la ceremonia del té y eso lleva muchos años.
¿Crees que se pueda desarrollar una escuela de té en Argentina?
Tal vez acá es algo difícil de realizar porque no es solamente hacer una ceremonia sino es toda una cultura, de la preparación, de los utensilios que se usan; es un “juego” en cual hay cuatro virtudes de la ceremonia del té: armonía, respeto, pureza y paz. El objetivo de la ceremonia del té es eso, la paz. Terminó la ceremonia y uno se tiene que olvidar que estamos en Buenos Aires en noviembre del 2016, que ganó Trump, que Macri es presidente; solamente tomar el té, comer el dulce y disfrutar ese momento.


La ceremonia del té es una manifestación de la historia y de la cultura japonesa tradicional. Aprender esta práctica es estudiar la cultura japonesa y por eso lleva años poder realizar la ceremonia a la perfección de manera graciosa, educada y encantadora.


Gustavo ha logrado unir su herencia familiar, las enseñanzas de sus maestros y sus valores espirituales construyendo un lugar agradable que refleja no sólo su trabajo, sino también sus pasiones y su filosofía de vida, con un encanto oriental que lo transportan a uno a sentirse estar en Japón, sin dejar la ciudad de Buenos Aires.  


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